jueves, 12 de enero de 2012

UN DIA CUALQUIERA

Erase una vez un dia en el que un niño llamado Alvaro tenia una gran sonrisa, era valiente y le encantaba bailar. Su juguete favorito desde que nacio era un delfin al que consideraba muy dulce, al que el decia que le gustaba saltar. Recordando las vacaciones pasadas, en un barco, Alvaro estaba todo el dia arrugado de tanto remojarse en la piscina. Por las noches antes de dormirse llamaba a su madre para que hiciera magia, ya que cuando se encontraba mal y su color de cara era amarillento, le gustaba que su madre le hablara de su perro. Y volviendo a la vida real Alvaro soñaba con tener un columpio amarillo en su casa, pero que fuera bonito para poder soñar en el. Su padre tenia un coche rojo, grande y estupendo, en el que le encantaba estar y viajar. Paseando con su madre decidieron entrar a comprar un albornoz, pero el que le compraron le quedaba grande, y Alvaro se puso a llorar tanto que volvieron a la tienda a comprar uno bueno sin olvidar el ticket de compra. De camino al coche vieron a un adulto agarrando a un niño de la oreja, el niño estaba amarillento ya que el adulto interactuaba con el niño para hacerle una hipnosis para que dejara de estar amarillo. Alvaro paso al lado de una tienda de animales y le dijo a su mama que queria un perro que tuviera el pelo brillante y que le gustara bailar tanto como a el. Llendo en el coche de camino a casa se quedo dormido,  y soño que el y su nuevo perro bailaban sobre una helice, y tan valientes los dos consiguieron saltar para poder llegar hasta un hombre que tocaba un clarinete de forma muy dulce que les llamaba la atencion. Caminando y caminando Alvaro y su nuevo perrito se encontraron con el mar y Alvaro decidio meterse en el agua y... ¡plassss!, y arrugado como una pasa se puso a chapotear. La madre de Alvaro le desperto hablandole de que habian llegado ya, entonces Alvaro bajo de coche y subio corriendo a quitarse sus zapatillas amarillas, poniendose mas comodo para seguir soñando. A la hora de comer se sentaron todos a la mesa y de postre ¡cataplun! la mama de Alvaro le sorprendio con un pastel de chocolate con virutas amarillas, y de tan llenos que estaban tras la comida decidieron echarse una siesta junto con el perrito.

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